La obra más emblemática de la influyente economista Mariana Mazzucato, El Estado Emprendedor, ha dejado una marca significativa en el pensamiento económico desde su primera edición en inglés en junio de 2013. Su impacto se ha extendido a 21 países con sucesivas ediciones, y este año, en conmemoración del décimo aniversario de su lanzamiento, la editorial Penguin lanzó una nueva edición en inglés que incluye un prefacio actualizado. Aprovechamos esta oportunidad para presentar una reseña de este libro, cuya lectura es indispensable para comprender la dinámica del progreso tecnológico y el desarrollo económico de las naciones. La edición más reciente en español fue publicada en 2022 por Taurus, perteneciente al mismo grupo editorial.

    Mariana Mazzucato es Profesora de Economía de la Innovación y Valor Público en el University College London, donde es Directora Fundadora del UCL Institute for Innovation & Public Purpose. Mazzucato ha sido galardonada con premios internacionales, incluyendo el Grande Ufficiale Ordine al Merito della Repubblica Italiana en 2021, el máximo honor civil de Italia. El papa Francisco la nombró miembro de la Pontificia Academia para la Vida por aportar “más humanidad” al mundo. Ha asesorado sobre el crecimiento liderado por la innovación, inclusivo y sostenible a responsables políticos y organismos internacionales de todo el mundo, tales como Organización Mundial de la Salud, el presidente de Sudáfrica, el Comisionado de Investigación, Ciencia e Innovación de la Comisión Europea y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

     En El Estado Emprendedor, Mazzucato derriba el mito de la conveniencia de dejar la innovación únicamente en manos de empresarios dinámicos mientras que el Estado debería mantenerse al margen. Contrariamente a lo postulado por la teoría económica ortodoxa, el Estado no sólo interviene para solucionar fallas de mercado como externalidades, bienes públicos o concentración de mercado, sino que es un actor audaz que lleva a cabo las inversiones más riesgosas para impulsar el cambio tecnológico y el crecimiento económico. Una vez que este Estado emprendedor ha realizado las inversiones más riesgosas en nuevas tecnologías e incluso ha creado y dado forma a nuevos mercados, el sector privado se involucra en el desarrollo tecnológico e innova en nuevos productos y procesos.

     El Estado Emprendedor desmitifica la noción de que la innovación debe dejarse exclusivamente en manos de empresarios dinámicos. En cambio, señala que, en casos exitosos, el Estado ha desempeñado un papel activo en las inversiones más arriesgadas para impulsar el cambio tecnológico y el crecimiento económico. Mazzucato ilustra su proposición con estudios de caso principalmente enmarcados en Silicon Valley, incluyendo desde el nacimiento de internet hasta las múltiples tecnologías que son parte del IPhone. Examina, además el papel del Estado emprendedor en la Revolución Industrial Verde, destacando su contribución al desarrollo de la energía eólica y solar, desafiando mitos económicos relevantes para la política industrial.

     Adicionalmente, aborda otros mitos económicos, muy relevantes para el diseño de política industrial. Indica que la innovación va más allá de la investigación y desarrollo, y que involucra también otros esfuerzos igualmente importantes. También que “lo pequeño no necesariamente es hermoso”, sino que la política industrial debe fomentar el rápido crecimiento de las pequeñas empresas para que se transformen en grandes empresas. Además, que las inversiones se incentivan sólo bajando impuestos. En este sentido, señala que el poco reconocimiento del rol del Estado en el cambio tecnológico nos ha llevado a crear un sistema de innovación donde se socializan los riesgos y se privatizan las ganancias.

     El Estado Emprendedor es un libro clave para entender el crecimiento económico en el siglo XXI. Para terminar esta reseña, vale la pena realizar dos reflexiones que se desprenden de esta obra de especial relevancia en el actual contexto político y económico. La primera, es la falsa antinomia entre Estado y mercado que se impulsa desde distintos compartimentos ideológicos. No se requiere que el Estado absorba con exclusividad las actividades de innovación y producción, así como tampoco el libre mercado y un Estado mínimo conducen al mayor bienestar económico posible. Por el contrario, la historia del desarrollo económico de las naciones ha demostrado que el éxito proviene de una simbiosis eficaz entre el ámbito público y privado en la cual el Estado no solo orienta o da facilidades a las empresas, sino que asume protagonismo seleccionando sectores y tecnologías a promover y realiza las inversiones más riesgosas, en particular, durante las primeras etapas del desarrollo de la tecnología. Sin embargo, el Estado no absorbe todas las tareas, sino que se vincula privados para continuar el desarrollo tecnológico y transformarlo en nuevos productos y procesos. En segundo lugar, la asociación entre el ámbito público y privado requiere abordar la discusión acerca la distribución de las rentas de innovación. Las ganancias suelen quedar en manos privadas, dejando al Estado con menos recursos disponibles para reinvertir en nuevos proyectos riesgosos. Dado el rol irremplazable del Estado en el proceso de innovación, menor inversión estatal puede aletargar el cambio tecnológico y el crecimiento económico.