El desarrollo de los estudios sobre la ciencia política en América Latina: un rompecabezas para armar

The development of political science studies in Latin America: a puzzle to assemble

                  

                                                                Pablo Bulcourf (1), Enrique Gutiérrez Márquez (2) y Nelson Cardozo (3)

 

1.Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y de la Universidad de Buenos Aires.

ORCID: 0000-0002-4859-2194. pablo_bulcourf@yahoo.com.ar

2.Profesor e investigador de la Universidad Iberoamericana de México y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México. 

ORCID: 0000-0001-6704-0945.enrique.gutierrez@ibero.mx

3.Profesor e investigador de la Universidad Argentina de la Empresa y de la Universidad de Buenos Aires.
ORCID: 0000-0002-3385-653X.nelson.cardozo@gmail.com

                                                                             Resumen 

 

     Este trabajo esboza la trayectoria de los estudios disciplinares en torno a la ciencia política en América Latina. Trata de trazar una cartografía abierta de las diferentes etapas y problemáticas que se fueron abordando desde comienzos del siglo XXI alrededor de la historia y desarrollo de este campo del conocimiento dentro de las ciencias sociales. Intentamos construir una visión abierta y que reconozca la pluralidad de visiones sobre la disciplina asumiendo una orientación crítica y reflexiva. Reconocemos de entrada cierto reduccionismo propio de un trabajo discreto de un área dentro de la ciencia política que se ha incrementado en forma notoria durante la última década. Conocer la propia disciplina es también un eslabón fundamental para darle continuidad y solvencia en la investigación empírica. Esa diversidad también se expresa desde una visión de territorialidad que va torneando aristas propias de un ámbito geográfico que posee elementos históricos y culturales en común, pero en continuo diálogo con otras latitudes, que dentro de la ciencia es más evidente, construyendo redes de conocimiento que no dejan igualmente de estar en tensión.

 

 Palabras clave

ciencia política, estudios disciplinares, campo científico, historia de la ciencia política, desarrollo científico, América Latina                                                                                             

                                                                              Abstract

     

       This paper outlines the trajectory of disciplinary studies on political science in Latin America. It attempts to draw an open cartography of the different stages and issues that have been addressed since the beginning of the 21st century regarding the history and development of this field of knowledge within the social sciences. We try to build an open vision that recognizes the plurality of visions on the discipline, assuming a critical and reflexive orientation. We recognize from the outset a certain reductionism inherent in the discrete work of an area within political science that has increased markedly over the last decade. Knowing one’s own discipline is also a fundamental link to give it continuity and solvency in empirical research. This diversity is also expressed from a vision of territoriality that is turning edges of a geographical area that has historical and cultural elements in common, but in continuous dialogue with other latitudes, which within science is more evident, building knowledge networks that do not cease to be equally in tension.

 

                                                                               Keywords

political science, disciplinary studies, scientific field, history of political science, scientific development, Latin America

Te quiero en mi paraíso/ es decir que en mi país/
la gente viva feliz/ aunque no tenga permiso/ …
si te quiero es porque sos/ mi amor mi cómplice y todo/
y en la calle codo a codo/ somos mucho más que dos.
Mario Benedetti
(Te quiero)

                                                                         Introducción 

 

     El año 2023 fue bastante especial para la ciencia política en América Latina. Se realizaron en la Ciudad de Buenos Aires el 27 Congreso de la International Political Science Association (IPSA) y en forma simultánea el XVI Congreso Nacional de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP). También se organizó una jornada dedicada a la historia de la disciplina en la Universidad del Salvador como una parte de los festejos por el 40 Aniversario del Kellogg Institute for International Studies de la Universidad del Notre Dame.

    Dentro del Congreso de IPSA el trabajo encabezado por el RC33 The Study of Political Science as a Discpline bajo la conducción de Paulo Ravecca y Methap Soyler logró integrar a colegas de varios continentes, dando continuidad a otros foros que se habían realizado en forma virtual. Se presentó en varias oportunidades el libro Policy Analysis in Argentina, que daba continuidad a un trabajo con 19 volúmenes anteriores y que comenzó en 2013. En lo que respecta a la región ya venían publicándose los ejemplares de Brasil, México y Colombia. Si bien son libros centrados en un área dedicada a la administración y las políticas públicas, todas dan cuenta del desarrollo concreto de la disciplina abriendo además una interesante perspectiva comparada.

    Todo esto sucedió en una etapa mundial de pospandemia del COVID19 lo que expresa también un momento de inflexión a nivel global, pero especialmente en forma de elaborar el conocimiento. La ciencia se ha caracterizado por ser un ámbito social en donde la construcción en redes ha sido fundamental desde los primeros congresos científicos en el siglo XVIII y la aparición de publicaciones científicas periódicas para dar a conocer los nuevos descubrimientos y logros. Si bien esto ha sido más claro en las ciencias naturales también lo encontramos en las sociales, pero a partir de comienzos del siglo XX. La pandemia y el confinamiento producido hicieron crecer exponencialmente las actividades virtuales, en muchos casos reemplazando la presencialidad tanto en los intercambios como en la propia enseñanza de la educación superior. Hoy asistimos a una amplia virtualización en materia de posgrado que no pareciera retroceder. Hoy la actividad científica se encuentra en el centro de la llamada “era exponencial” (Oszlak, 2020). Los desarrollos tecnológicos de la llamada Intelgencia Artificial (IA) ofrece un enorme desafío a la forma en que se produce científicamente y pone en cuestionamiento el propio concepto de autoría de obra y propiedad intelectual.

     Es necesario advertir que estamos analizando un campo del conocimiento en el cual nosotros mismos somos sus actores, formamos parte de sus instituciones y producimos dentro de este espacio. O sea, somos a su vez sujetos y objetos de este conocimiento. Es aquí donde queda claramente manifiesta la doble hermenéutica que caracteriza a todo conocimiento sobre la propia actividad humana. Esto requiere de mecanismos especiales de vigilancia epistemológica. Nuestro trabajo posee un contenido autobiográfico lo que se expresa en dos aspectos (Ravecca, 2019 y 2022; Ravecca y Dauphinee 2022). El primero al ser parte de la historia que intentamos reconstruir como politólogos. El segundo, que hace a este trabajo en forma específica, es que reflexiona sobre los propios estudios disciplinares que nosotros mismos realizamos cotidianamente como investigadores y constructores de los espacios institucionales que mencionamos; por esta razón la autoetnografía es un elemento central de nuestra indagación siendo fundamental dejarlo explícitamente manifiesto (Bulcourf, 2021 a y b).

        Algunos desarrollos sobre las teorías de los actores y las redes, utilizados para analizar diversos campos sociales y específicamente las comunidades científicas nos ofrecen elementos teóricos y antecedentes muy relevantes que debemos incorporar en los estudios disciplinares en ciencia política (Latour, 2001, 2008).

      En los últimos años hemos tratado de incorporar de manera transversal el concepto de complejidad a nuestra visión de la reconstrucción de la historia disciplinar (Morin, 1984, 2003 y 2009; Luhmann, 1998; Bulcourf, 2021a). Esto abre una puerta a la diversidad de posiciones y también a no tomar estos procesos de manera lineal. Hay múltiples historias que pueden reconstruirse en donde existen cosmovisiones, perspectivas y enfoques muy diversos para adoptar, muchos de ellos enfrentados desde posiciones ontológicas, epistemológicas y éticas contrarias y en constante tensión. Por esta razón siempre es fecundo el diálogo respetuoso y enriquecedor entre las personas y los diferentes grupos que conforman la ciencia política y el resto de las ciencias sociales.

      Nuestro trabajo se orienta principalmente hacia un aspecto específico que ha permitido construir el espacio de los denominados “estudios disciplinares” durante las últimas décadas. De este modo es tanto una contribución producto de la investigación latinoamericanista como de la labor de los expertos latinoamericanos. En este estudio intentamos trazar unas pequeñas coordinadas al respecto sin perder ese tono crítico y reflexivo, recién mencionado, que caracteriza a algunos de los posicionamientos que fueron dando respuesta a los interrogantes alrededor de las características de los campos que interpelan al poder (Bourdieu, 2003, 2008).

1. La ciencia política: un nacimiento múltiple, una historia milenaria

 

     Escritos sobre la política, las formas de organización humana, la distribución del poder y otros recursos, como los sistemas de desigualdad han sido un punto de reflexión desde los albores de la escritura ya a partir de los imperios hidráulicos en la antigüedad. Entrelazados con la religión servían a su vez de base ideológica en lo que autores como Gaetano Mosca llamaron la “fórmula política” o Max Weber formas de dominación legítima.

      En la Grecia clásica, con la aparición de la filosofía comienzan reflexiones más sistemáticas en torno a la polis y las decisiones comunes. Para muchos expertos es aquí donde comienza la “ciencia política”. Esto ha generado variadas controversias dentro de la disciplina sobre el propio origen del campo que se fundamentan en aspectos ontológicos y epistemológico-metodológicos (Bulcourf y Vázquez, 2004). La idea que tengamos del cruce de estos factores establecerá, más o menos la fecha de nacimiento. Algunos autores como Norberto Bobbio (2008) han tratado de superar esto definiendo dos tipos de concepciones:

 

           1. Una ciencia política en sentido amplio, entendida como todo conocimiento riguroso y sistemático sobre los fenómenos políticos.                  Por lo tanto, una visión más inclusiva históricamente.

            2. Una ciencia política en sentido estricto, entendida como todo conocimiento riguroso y sistemático sobre los fenómenos políticos                que utiliza el método científico para corroborar sus hipótesis. Esto nos lleva a la fuerte influencia en el campo de las ciencias                            sociales  por parte de las naturales hacia finales del siglo XIX, expresando las diferentes variantes de positivismo y sus                                        extensiones durante el siglo XX. Aunque hoy en día deberíamos reemplazar la idea unívoca de método por una más plural de                            métodos lo que amplia considerablemente el rango de visiones epistemológicas y metodológicas.

 

     De esta forma establecer que entidades son parte del objeto de estudio de la ciencia política y cuáles son los métodos válidos para construir el conocimiento politológico son aspectos centrales para establecer los márgenes de la disciplina, su vínculo con otras y las propias relaciones de poder y construcción del prestigio dentro de la comunidad científica. Tendríamos entonces dos elementos que se van cruzando a lo largo de la historia del campo y que a su vez permiten ir agrupando diferentes enfoques y perspectivas. Un criterio de demarcación ontológico y un criterio de demarcación epistemológico-metodológico; cuyos elementos centrales podríamos sintetizar en el siguiente cuadro:

     A los criterios señalados podemos incorporar un elemento de carácter social, o sea la constitución de una comunidad científica, su reconocimiento, institucionalización, profesionalización y financiamiento. Esto significa, ante todo, la producción del conocimiento moderno no es un fenómeno de grupos aislados, sino que principalmente constituye una construcción social. Los cambios en el mundo universitario durante el siglo XIX, principalmente a partir de la creación de la Universidad Libre de Berlín en 1811 y su influencia en diferentes sistemas universitarios, va a permitir estructurar la investigación científica con la formación académica y profesional. Esto sucederá con un grado mayor de institucionalización en los EE.UU. expandiéndose primero hacia el mundo anglosajón, y posteriormente hacia el europeo continental y en última instancia hacia América Latina. Por esta razón se suele afirmar que la ciencia política institucionalizada comienza en los departamentos homónimos de las universidades norteamericanas.

    Esto debe comprenderse en relación a la cosmovisión que predominará en los EE.UU. con posterioridad a la Guerra de Secesión (1861-1865) en donde los Estados de la Unión vencerán a los Estados Confederados; es así como el norte industrialista impondrá un modelo de desarrollo donde la ciencia tendrá un papel central. Podríamos sostener que una combinación de factores ideológicos y filosóficos generan las condiciones de posibilidad del modelo científico norteamericano; es así como el liberalismo, su versión utilitarista, el republicanismo, el empirismo, el positivismo y el pragmatismo serán las bases de este enmarcado en la continuidad del régimen político y su paulatina democratización por el proceso de universalización del sufragio. Estas son las bases en la que descansa el desarrollo de la ciencia política norteamericana en sus orígenes, articulándose históricamente con el rol que comenzará a asumir este país a partir de las dos Guerras Mundiales y el posterior establecimiento de la llamada Guerra Fría.

     Para entender el desarrollo de la disciplina en los EE.UU. y la posterior expansión de su “modelo disciplinar” a otras latitudes hay que evitar reduccionismos extremos. La ciencia política norteamericana, cultivada principalmente en sus universidades, centros de investigación y fundaciones de think tank es extremadamente amplia, diversa y compleja, si bien han predominado algunos enfoques y perspectivas en diferentes momentos de su historia. Esto ha permitido la construcción de la autonomía del campo frente a la filosofía y el derecho en una primera etapa y posteriormente frente a otras disciplinas como la sociología, la economía y la antropología. Pero ha sido una visión dinámica y flexible, en donde el intercambio entre las diferentes ciencias sociales ha predominado acorde a la perspectiva de que se trate y a la etapa histórica particular de la cual hablemos. Por otro lado, ha existido un equilibro dinámico entre la autonomía de la comunidad científico-académica y su vinculación con las otras esferas sociales, sin por ello dejar de construirse lazos fuertes con la propia esfera política. Intentar estudiar sólo los aspectos “internos” de la comunidad académica y su institucionalización sería un grave error; es fundamental asumir el carácter “político” de la ciencia política.
     En el caso de la Europa continental la ciencia política también surge vinculada al derecho y a la filosofía, pero esta se resuelve de manera diferente. Por un lado, su relación con los aspectos más jurídicos se articula con la necesidad de conformar cuerpos burocráticos profesionales estables para los Estados, en donde el caso francés expresa el modelo por excelencia de esta “ciencia del Estado”. Es a partir de la crisis posterior a la guerra Franco Prusiana que se decide crear en 1872 la Escuela Libre de Ciencias Políticas, conocida hoy en día como Sciences Po (Favre, 1981 y 2007). La importancia de la historia de las ideas políticas ha sido central en Europa, por esta razón la filosofía política y la teoría política se han estrechado mucho más en el continente. La influencia de los EE.UU. con posterioridad a la Segunda Guerra permitió una visión más autónoma que se expresó principalmente en el campo de la política comparada y el estudio de las instituciones; ahí podemos ver cómo surge el modelo de universidades como la de Florencia en Italia.

      Estas diferencias han tenido una enorme influencia en las orientaciones y la construcción de los “modelos disciplinares” dentro de las áreas de la ciencia política latinoamericana, matizada desde luego por las particularidades nacionales. Países como Argentina y México recibieron visiones equilibradas entre el modelo norteamericano y el europeo continental. Los casos de Chile y Colombia se encuentran mucho más influenciados por el modelo de los EE.UU. Esto a su vez debe analizarse en referencia a los sistemas universitarios de cada país y la política científica seguida por sus gobiernos. Por lo tanto, la riqueza de la ciencia política latinoamericana se encuentra en su intrincado proceso de hibridación.

     En lo que respecta a las áreas dentro del campo disciplinar, los estudios de las instituciones, los procesos políticos y la política comparada poseen una impronta fuertemente norteamericana, influenciada por los autores europeos más afines a esta concepción disciplinar. La teoría política ha tenido una influencia equilibrada entre la producción anglosajona y la europea continental lo mismo que ha sucedido con el campo de la administración y las políticas públicas. Por esta razón la reconstrucción del rompecabezas de la ciencia política latinoamericana posee senderos diversos dados el tipo de influencia que prevalezca, el área que privilegiemos y también la posición teórica y metodológica que adoptemos.

 

2. De la historia de la ciencia política a los estudios disciplinares

 

     Dentro de la ciencia política se fue constituyendo un espacio para documentar, sistematizar y analizar los principales elementos que hacen a su historia y desarrollo. Esto dio lugar a posteriores investigaciones, ponencias a congresos científicos y publicaciones específicas que han tratado de dar cuenta de la historia disciplinar. En las últimas décadas esta nueva área se ha denominado de diversas maneras: 1) historia de la ciencia política; 2) historia y desarrollo de la ciencia política; y últimamente 3) estudios disciplinares.
     Estos estudios pueden enfocarse desde diferentes ángulos, como puede ser el estudio del pensamiento y la filosofía política, los vínculos entre este pensamiento y los propios procesos sociopolíticos de los que intentan dar cuenta y también en la construcción del propio campo de la ciencia política, ante todo como disciplina académica. A esta última concepción la denominaremos estudios disciplinares.

     Por esta razón se hace hincapié en los procesos de institucionalización, profesionalización y especialización que caracterizan a un espacio del conocimiento científico, sus vínculos con otras ciencias y sus fundamentos epistemológicos, ontológicos y también éticos.

     Si bien en nuestro caso específico nos centramos en la ciencia política latinoamericana, donde podríamos hablar de la constitución de una subárea dentro de esta, no deja de expresar un abordaje de por sí interdisciplinario con grandes aportes de la historia y la sociología de la ciencia, la filosofía y la propia reflexión producida por otras disciplinas afines.

     Nuestra definición se restringe y a su vez profundiza esta mirada interdisciplinaria sobre la ciencia, por lo general tendiente a resolver cuestiones vinculadas a su historia, desarrollo, enseñanza y diferencias teórico-metodológicas existentes en una determinada ciencia (Bulcourf, 2012). Se trata también de establecer los parámetros históricos e institucionales que estructuran un campo del conocimiento, como también al condicionamiento que ejercen los factores culturales, políticos, económicos y sociales. Cuando nos introducimos hacia el interior de la producción teórica se vincula con los estudios metateóricos que también nos proponen un enfoque similar pero acotado a la forma en que se estructuran las teorías y su contexto (Olivé, 1985; García Selgas, 1994, Zabludovsky, 1995; Ritzer, 2001). Otro elemento que no deja de estar presente es que generalmente estos estudios son realizados por los propios cultores de la disciplina en cuestión. Aquí hay cierta diferencia con el trabajo más tradicional de los epistemólogos que abordan el problema del conocimiento científico desde la filosofía. Por lo general podríamos decir que estos estudios son realizados por los propios expertos que reflexionan sobre su práctica. Esto a su vez puede generar intereses diferentes hacia el análisis específico de los procesos de profesionalización, reconocimiento e inserción social de una determinada ciencia. Por esta razón es importante reconocer que estos enfoques poseen intereses que no son estrictamente cognitivos y que hacen a la reflexividad que se manifiesta sobre el trabajo cotidiano que realizamos como científicos que han elegido un determinado conjunto de fenómenos y que existe una dimensión psicológica que hace a la construcción de una vocación que se transforma y amalgama con la profesión (Giddens, 1987). Esto requiere vencer ciertos obstáculos epistemológicos y establecer criterios de vigilancia epistemológica que deben ponerse a prueba continuamente (Bachelard, 1989 y 2000). Asimismo, reconstrucciones críticohistóricas como las realizadas por Michel Foucault, con sus conceptos de arqueología del saber genealogía, aportan elementos muy interesantes a esta perspectiva (Foucault, 1968, 1980 y 2002).

     En lo que hace a las ciencias sociales Charles Wagley edita el libro Social Science Research on Latin American en 1964, donde Merle Kling elabora el capítulo “The estate of research on Latin American Political Science”. Un año después se realiza en Río de Janeiro, durante el mes de marzo, la conferencia The Social Sciences in Latin American donde José Nun abordará la problemática de la ciencia política orientado por la “nueva filosofía de la ciencia”, valiendo de autores como Thomas Kuhn y la publicación de La estructura de las revoluciones científicasaporte que abordaremos en este trabajo (Wagley, 1964; Nun, 1965). En el campo de la vecina sociología Gino Germani fue puliendo su análisis histórico presentan- do hacia finales de la década un marco teórico interesante para su abordaje (4) (Germani, 1968; Blanco, 2006; Pereyra, 2010b).

    Como ya hemos señalado, a partir de los años ochenta la ciencia política y las relaciones internacionales han tenido un crecimiento sostenido en América Latina; en muchos casos acompañando por los procesos de democratización de la mayoría de los países de la región. Tres décadas antes sucedió algo similar en la Europa occidental donde, después de la Segunda Guerra florecieron ámbitos muy fértiles que permitieron tender un puente en la disciplina ya que varios estudiantes de posgrado que estudiaron en los EE.UU. Es así como se creó la International Political Science Associtation (IPSA) en 1949, con la construcción de las asociaciones europeas y parte de las latinoamericanas, desarrollándose las revistas académicas de gran parte de ellas (Altman, 2017; Barrientos del Monte, 2014, Bulcourf y Cardozo, 2017; Bulcourf et al, 2017).
     La creación de las asociaciones científicas y profesionales ha permitido la realización de numerosos eventos, con una participación creciente de expositores. La construcción de redes académicas y la consolidación de programas de investigación es otro rasgo que ha caracterizado a la ciencia política y las relaciones internacionales en Latinoamérica. También observamos que la participación de los científicos se hace cada vez mayor en los congresos de asociaciones como IPSA, CEISAL, LASA o ICA.
     El propio interés hacia la historia de la ciencia política, el tratar de sistematizar sus logros y de realizar un análisis más exhaustivo de sus temas de investigación, concepciones teóricas y metodológicas como las particularidades que presenta a nivel nacional y región es también un claro indicador de madurez. La reconstrucción del campo también es parte de la actividad de los politólogos, aunque muchas veces se han negado esto dejándolo para la historia de la ciencia o la sociología del conocimiento, o problemas más pertinentes a la epistemología. Evidentemente una empresa de esta naturaleza requiere de visiones que se hagan eco de estos saberes, algo que ha sido escaso en la mayoría de los primeros estudios sobre la ciencia política (Bulcourf, et al, 2017; Machado Madeira et al, 2019). Este trabajo en su conjunto pretende el planteamiento y convergencia de estos saberes que dan cuenta tanto de la producción empírica concreta dentro de una disciplina, como también de las reflexiones que permiten la reconstrucción de un campo en su contexto histórico y geográfico.
     Por esta razón, tanto para hablar del comienzo de la ciencia política como para reflexionar sobre su propia historia es necesario adoptar una visión más dinámica a través de ciertos conceptos como el de proceso. En este sentido no vamos a encontrar una fecha precisa ni un hecho relevante de carácter fundacional, sino advertir el despliegue temporal de determinados atributos de manera no lineal y que muchas veces presenta un esquema de marchas y contramarchas vinculado a los propios avatares de la política como tal.
     A partir de estas últimas reflexiones y del debate producido en congresos, eventos y los dossiers que señalaremos más adelante, se fue adoptando esta visión más crítica y reflexiva, que de alguna manera se anima a indagar sobre los aspectos subjetivos que conforman a la comunidad académica, pero también a las tensiones y relaciones de poder que están presentes. Ahí la importancia del concepto de campo de Pierre Bourdieu que hemos adoptado por su capacidad de expresar el movimiento de fuerzas subyacentes que expresan las relaciones de poder implícitas dentro de ésta. Su articulación con la idea de complejidad, nos presenta una disciplina poliédrica, cambiante e incierta. Es por eso que la adopción de la metáfora del rompecabezas nos habla de un proceso en continua resignificación.

       

3. Reconstruyendo los estudios disciplinares en la ciencia política latinoamericana

 

     Como hemos recién señalado en el espacio latinoamericano algunos trabajos ya venían realizándose desde mediados del siglo XX, podemos mencionar los aportes de José Nun: “Notas sobre a Ciencia Política na América Latina” y “Los paradigmas de la ciencia política: un intento de conceptualización” de los años 1965 y 1966 respectivamente. En estos trabajos se realiza un mapa de la producción tanto a nivel mundial como en lo que respecta a la región. Nun asume un análisis crítico de las tendencias generadas por el marxismo más ortodoxo y el estructural funcionalismo abriendo interrogantes para la construcción de perspectivas más afines a la realidad política y social latinoamericana. En estos pequeños estudios el autor muestra un amplio conocimiento del debate epistemológico de la época (Nun, 1965 y 1966). Años más tarde estos aportes tuvieron una gran influencia en la construcción del denominado enfoque histórico-estructural por parte de Guillermo O´Donnell y Oscar Oszlak en el ámbito del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) (Bulcourf, 2023).

     En 1978 José Luis Orozco publica La pequeña ciencia. Una crítica de la ciencia política norteamericana. Este libro en sus 467 páginas realiza un estudio crítico de las pretensiones de universalidad de la perspectiva neopositivista predominante en la ciencia política norteamericana desde fines de la Segunda Guerra Mundial, la cual se fue expandiendo como modelo hegemónico disciplinar. Este trabajo es un ejercicio crítico intelectual interesante que también permite un diálogo entre las diferentes mesas de la disciplina.

      En México los profesores Héctor Zamitiz Gamboa, Rolando Maggi y César Cansino van al compilar el libro La Ciencia Política en México, estado actual y perspectiva en 1986, que será una de las primeras obras colectivas que tratan de dar cuenta del desarrollo de la disciplina en un país latinoamericano. En 1990 va a aparecer el artículo “El proceso de profesionalización de la Ciencia Política” en la revista Estudios Políticos también de Héctor Zamitiz Gamboa.

      Los profesores Luis Tonelli y Luis Aznar van a publicar, en 1993, el artículo “La ciencia política en el fin del siglo. Aportes para (re) iniciar una discusión” en el tercer ejemplar de revista Sociedad, flamante publicación en ese momento de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde se había insertado la carrera de Ciencia Política de dicha institución, un producto del proceso democratizador del país. Creada por propia iniciativa del presidente Raúl Alfonsín para acompañar a la consolidación democrática del país. Este pequeño trabajo tendrá un impacto importante para la reconstrucción de la propia ciencia política argentina.

      En 1997 aparecerá otra de las publicaciones colectivas que van a tratar de dar cuenta de la disciplina Estado Actual de la Ciencia Política, editada por Judit Bokser donde van a publicar destacados especialistas de la región. Por su parte Héctor Zamitiz Gamboa continuará sus aportes publicando en 1999 “Origen y desarrollo de la ciencia política: temas y problemas” en la revista Convergencia. Como podemos apreciar la ciencia política mexicana ha tenido un rol central en la producción de parte de los primeros trabajos que han intentado establecer las coordenadas de la historia disciplinar.

       A comienzos del siglo XXI este conjunto de reflexiones aisladas sobre el desarrollo disciplinar comienzan a perfilar un área más sistemática de estudios expresada en los diferentes congresos nacionales y en encuentros de mayor envergadura como los eventos en ALACIP y LASA. No fue fácil para algunos de sus iniciadores lograr el reconocimiento de sus pares ya que se negaban a intentar reconstruir la historia disciplinar dentro de la propia ciencia política y colocaban a estos trabajos dentro de la historia o la sociología de la ciencia (5).

      Cuando pretendemos reconstruir esta historia desde el punto de vista de la constitución de una disciplina y su correspondiente comunidad científica estamos focalizando un aspecto específico que articula la autonomización de un conjunto de fenómenos que pretenden constituirse en objeto específico de estudio, como también la institucionalización de ciertas organizaciones sociales en donde las personas se desempeñan y poco a poco se van transformando en profesionales de la misma, o sea la transforman en su trabajo cotidiano con cierto grado de reconocimiento social (Bulcourf y Vázquez, 2004; Balcells y Padró-Solanet, 2016; Vallés, 2020). En el caso de la ciencia política, esta se fue desprendiendo principalmente del derecho y la filosofía y vinculándose con otras disciplinas afines, generando tensiones sobre los temas de incumbencias específicas de cada una de ellas, principalmente con sus “hermanas” la sociología y la antropología (Dogan, 2001).

      Este proceso de autonomía fue largo y de alguna manera inacabado porque el propio devenir del conocimiento científico lo es, lo que debemos también animarnos a tomarlo desde la ventaja de su riqueza en el debate y la creatividad, aunque muchas veces puede atentar con la propia constitución de la profesión. Pretender una separación abismal entre ciencia política y filosofía podría constituir un error para el propio desarrollo del campo, lo mismo que sucede en otras áreas del conocimiento como las ciencias naturales que siempre han sido vistas como un modelo en la separación del espacio que fueron ocupando las diferentes disciplinas en su particularidad.

      Por esta razón, la reconstrucción, siempre parcial y dinámica, de una cartografía de varias dimensiones de la ciencia política tendrá que ir expresando la complejidad de sus diferentes tradiciones y concepciones. Esto también está presente en el intento de separar un objeto de estudio específico, por lo tanto, se encuentra en los propios cimientos de la definición de política. Si bien tradicionalmente la diferenciación entre público y privado ha sido un elemento destacado y necesario, sabemos que esto siempre fue fluctuante y obedece a concepciones filosóficas y políticas diferentes. Podemos llegar a trazar un esquema histórico de esta fluctuación y encontrar fenómenos que fueron ingresando en la indagación politológica. A esto debemos agregarle los puntos de contacto y en común con los saberes hermanos, produciendo la intercepción que da lugar a la interdisciplina y muchos señalarán la necesidad de un espacio transdisciplinario que brinde una mayor riqueza a una realidad poliédrica y en constante cambio (Bulcourf, 2021a).

     Podemos afirmar entre otras cosas de la existencia de una política de la ciencia política que expresa las relaciones de poder presentes dentro del propio espacio y sus efectos en el otorgamiento de recursos, la construcción del prestigio y la determinación de una agenda de temas y problemas (Ravecca, 2010a y 2014). Desde ya que no hay una visión unívoca ni monolítica de este, sino una ciencia política plural y diversa donde conflictos y tensiones expresan estas relaciones de poder que muchas veces los propios politólogos se rehúsan a dar cuenta dentro de la actividad de la que son parte.

     A partir de los años ochenta la ciencia política ha tenido un crecimiento sostenido en América Latina; en muchos casos acompañando los procesos de democratización de la mayoría de los países de la región. Esto se percibe claramente si analizamos el incremento de las carreras de grado y posteriormente de posgrado junto a la ampliación de la matrícula de estudiantes. Se han consolidado cuerpos de profesores e investigadores, muchos de ellos con fuerte formación de posgrado y experiencia en la investigación científica. Las publicaciones fueron creciendo y principalmente se registra una ampliación y consolidación de las revistas científicas periódicas (Altman, 2005; Bulcourf et al, 2014 y 2015; Machado Madeira et al2018). Tres décadas antes sucedió algo similar en la Europa occidental donde, después de la Segunda Guerra, florecieron ámbitos muy fértiles que permitieron tender un puente en la disciplina ya que varios alumnos de posgrado estudiaron en los EE.UU. regresando posteriormente a sus países, dando paso al período de mayor desarrollo disciplinar (Altman, 2005 y 2017; Barrientos del Monte, 2014, Bulcourf y Cardozo, 2017; Bulcourf et al 2014, 2015 y 2017, Valles, 2020).

      La creación de entidades científicas y profesionales ha permitido la realización de numerosos eventos, con una participación creciente de expositores. La construcción de redes académicas y la consolidación de programas de investigación es otro rasgo que ha caracterizado a la ciencia política en Latinaoamérica. También observamos que la inclusión de los estos científicos se hace cada vez mayor en los congresos de asociaciones como IPSA, CEISAL, LASA o ICA.

      Este crecimiento que sufrió la ciencia política fue acompañado con algunas reflexiones sobre su historia; en un primer momento trabajos exploratorios para dar lugar posteriormente a investigaciones descriptivas, algunas de ellas de corte bibliométrico. Se fueron desarrollando investigaciones más profundas, algunas de las cuales estudiaban la dinámica de los actores y las instituciones en el proceso de construcción del campo. A partir del 2014 un grupo de politólogos dieron lugar al Manifiesto de Popayán como un conjunto de lineamientos generales para el estudio de la historia y desarrollo de la ciencia política. La realización de una serie de tesis doctorales sobre la historia disciplinar fueron una cita obligada para introducirse en una experiencia arqueológica profunda, que requería inevitablemente de nuevas herramientas teóricas y metodológicas. Algunas de las investigaciones más recientes se encuentran orientadas por estos principios (Bulcourf et al, 2015 y 2017). Entre estos trabajos cabe destacarse dos tesis doctorales. La primera de ellas un estudio pormenorizado de la historia de la ciencia política en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM en México, realizada por Enrique Gutiérrez Márquez en 2011. En segundo término, el análisis comparado de Paulo Ravecca sobre la historia de la disciplina en Chile y Uruguay. Ambos aportes constituyen un avance sustantivo para los estudios disciplinares en la región, tanto por sus traba jos empíricos, como por los elementos teóricos y metodológicos presentes. (Gutiérrez Márquez, 2011; Ravecca, 2019). En el siguiente cuadro podemos observar las características básicas de es´tos períodos, advirtiendo el carácter esquemático de este:

 

      El propio interés hacia la historia de la ciencia política, el tratar de sistematizar sus logros y de realizar un análisis más exhaustivo de sus temas de investigación, concepciones teóricas y metodológicas como las particularidades que presenta a nivel nacional y región es también un claro indicador de madurez. La reconstrucción del campo también es parte de la actividad de los politólogos. Evidentemente una empresa de esta naturaleza requiere de visiones que se hagan eco de estos saberes, algo que ha sido escaso en la mayoría de los primeros estudios sobre la ciencia política. La paulatina constitución de un área específica también puede expresarse en la importancia que ha tenido para la política editorial de las revistas especializadas. En el siguiente cuadro podremos apreciar claramente lo que estamos sosteniendo:

 

       Por otro lado, América Latina ha sido un campo de estudio para la ciencia política y de otras latitudes. Especialmente EE.UU. y Europa se han interesado en la particularidad de los fenómenos políticos y sociales de la región. Es por eso que podemos hablar de una ciencia política latinoamericanista que surge en los centros de investigación y en las universidades fuera de la región. Esta enorme preocupación cognitiva no ha dejado de ser también política. Fueron los estados europeos los que extendieron sus imperios en el continente americano y estrecharon a partir de entonces enormes lazos con la región, que posteriormente se fueron consolidando con el intercambio comercial y migratorio. Esto ha merecido un especial análisis lleno de controversias y versiones contrarias que dan cuenta de la enorme complejidad del propio fenómeno colonial.

    Los EE.UU. desde comienzos del siglo XX se ha transformado en uno de los estados más poderosos del planeta, por esto América Latina es un vecino con el que comparte aspectos de su historia, pero también enormes diferencias. La Guerra Fría instaurada con posterioridad a la Segunda Guerra dará lugar a un fuerte intervencionismo por parte de la gran potencia en la región. La ciencia política latinoamericanista norteamericana se encuentra fuertemente vinculada a este proceso desde el punto de vista cognitivo.

    La reconstrucción histórica del campo de la ciencia política no está ajeno a estos procesos. La ciencia política latinoamericanista y la ciencia política latinoamericana se encuentran imbricadas; por esta razón el diálogo entre la disciplina de las tres regiones es esencial para poder situar las propias particularidades nacionales, regionales y temáticas de una ciencia que tiene como objeto de estudio a las propias relaciones de poder existentes entre países, grupos sociales, clases y etnias en un proceso actual de doble alcance; por una lado una creciente globalización tanto del conocimiento como de los factores económicos y, por el otro una mayor exposición de los sujetos en su individuación y en la aceptación de las diferencias.

     Esto hace que “pensar” la ciencia política sea una tarea intelectual ardua, donde se combinan la biografía personal y las estructuras de poder, en donde la historia no es unívoca, pero que generalmente ha tendido a ser la historia de los poderosos, de los que ganan y logran imponerse (Wright Mills, 1985). Si llevamos a la ciencia política al diván demostraría que necesita años de una terapia constante. Por un lado, uno es actor del proceso que intenta analizar, eso nos plantea un doble desafío, personal y académico. Por el otro, todo pensamiento es situado, se lleva a cabo en algún lugar y momento. Es “particular” pero presenta diferentes grados de universalización. Estudiar la historia de la ciencia política no puede pensarse sin hacer alusión al propio pensamiento político, en este caso el universal; pero tratar de dar cuenta de la ciencia política en América Latina es una tarea que siempre presenta la “tensión” entre ese universal y la particularidad de cada pueblo.

4. El Manifiesto de Popayán

 

    En el año 2015 un grupo de politólogos latinoamericanos propusieron analizar la historia de la ciencia política en profundidad teniendo en cuenta varios de los elementos que hemos señalado en este artículo. Esto sucedió en ocasión de III Congreso de Ciencia Política organizado por la Asociación Colombiana de Ciencia Política (ACCPOL). Las actividades de este evento se llevaron a cabo primero en la ciudad de Cali, y en su última jornada en la ciudad de Popayán; histórica localidad emplazada en medio de los Andes Colombianos, con una profunda historia colonial, un aspecto geográfico no menor para dar cuenta de un proceso que se venía gestando. Ya en 2012 se había organizado en Quito el Grupo de Investigación sobre Historia de la Ciencia Política en América Latina (GIHCPOLAL) dentro del marco de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP).

    La idea central del manifiesto era adoptar una visión crítica y reflexiva sobre los estudios disciplinares que supere la mera descripción de autores, instituciones y fechas relevantes; como así también el corte cuantitativo de la mayoría de los trabajos bibliométricos, que si bien eran muy importantes debían ser comprendidos en su matriz histórica, o sea en relación a los procesos de estructuración de la vida científica en relación a los procesos políticos, sociales, culturales y económicos.

    Otro de los aspectos de esta pequeña “declaración de principios” consistía en adoptar un enfoque más rico teórica y metodológicamente, proponiendo una visión interdisciplinaria; rescatando los avances de otros saberes cercanos como la sociología o la antropología que tenían un recorrido mucho más amplio y rico en sus respectivas reconstrucciones históricas.

    El vínculo entre los estudios disciplinares con la filosofía se articulan en tres aspectos centrales. Uno de ellos es la estrecha relación entre la filosofía política y la ciencia política, más allá de los intentos neopositivistas de establecer un claro divorcio entre ambas. El segundo se articula con la epistemología, una herramienta central para el estudio de cualquier ciencia. El tercer elemento tiene que ver con ética presente en la construcción del conocimiento, no solo dentro de una comunidad científica sino en la utilización del conocimiento como un elemento social transformador con consecuencias a veces deseadas, no deseadas y hasta desconocidas. La ciencia política genera consecuencias políticas y los politólogos no pueden desconocerlo.

    Un aspecto central era poder analizar las propias relaciones de poder existentes en la disciplina que por lo general quedan por fuera de la mayoría de los estudios encarados hasta esa fecha. Esto expresaba el interés por estudiar la política de la ciencia política.

    El manifiesto no propone ninguna orientación teórica ni metodológica en forma explícita, teniendo una gran amplitud que le permitía una visión transversal que no adhiere a ningún paradigma o perspectiva específica.
     Estos postulados tienen una enorme importancia para el estudio de la construcción del prestigio dentro de la disciplina; permitiéndose el análisis situado de las razones por las cuales se eligen determinados temas y se asignan recursos materiales y humanos. Pretende el análisis de los procesos de canonización que están presentes en todo campo del saber (Manifiesto de Popayán, 2017).
     Si bien la existencia y adhesión a esta declaración orientativa ha ido ganando terreno en los diferentes trabajos que se fueron desarrollando desde 2015, varios colegas no sólo ignoran sus postulados, sino que siguen trabajando en forma rudimentaria y esquemática, recolectando datos en descripciones simples en donde no pueden diferenciar entre contar votos o artículos científicos. Esto demuestra que no debemos tomar las distintas etapas de los estudios disciplinares como una mera secuencia temporal en donde una termina cuando comienza la otra. Como venimos sosteniendo, se trata de procesos complejos y diversos.

 

 

 

 

5. El rescate de la historia

 

 

 

     La gran mayoría de los estudios sobre historia de desarrollo de la ciencia política han ignorado a la propia disciplina histórica, salvo algunas excepciones (Lesgart, 2008; Bulcourf et al, 2015). Por lo general los politólogos no poseemos una formación adecuada en temas históricos, y mucho menos en las teorías que conforman a esta disciplina, por cierto, más antigua y robusta que la nuestra. Nos referimos a de “la historia de” sin tener una idea más o menos clara de las tradiciones dentro de este campo. La mayoría de los estudios se basan en una cronología del “sentido común”. Hay diferentes frecuencias en el abordaje del devenir histórico, en donde los relojes sincronizan de manera diferente de acuerdo al tipo de fenómenos que se pretenden analizar.

    Vincular los estudios disciplinares con las teorías del campo histórico nos permite tomar conciencia del carácter relativo y siempre construido del relato histórico, más allá de su base empírica y el minucioso trabajo documental. Antes tenemos que preguntarlos por la historia como campo y su vínculo con las otras ciencias sociales (Huizinga, 1980; Bloch, 1982; Braudel, 1984; Vilar, 2001; Anderson, 2012). Al intentar reconstruir el devenir disciplinar se necesitan marcos teóricos que den cuenta de los conceptos básicos del campo histórico. El gran desarrollo de esta disciplina debe ser atendido por los politólogos que pretendemos que nuestras investigaciones se articulen con las concepciones que tenemos sobre la temporalidad (Iggers, 2012).

      La historia de las ideas políticas y su articulación tanto con la filosofía y la teoría política nos han brindado elementos muy importantes para comprender el desarrollo de los conceptos sobre la política y sus condiciones de producción. Este es una fuente relevante para los que pretenden realizar estudios disciplinares (Skinner, 1985; Berlin, 1992; Wolin, 1995; Zeitlin, 1982; Del Percio, 2000). Contamos con varios estudios que han sido relevantes en la formación general de los politólogos, aunque a veces parece producirse un silencio que hay que sortear. Pensadores considerados clásicos para el pensamiento occidental y en especial para la ciencia política han sido foco de análisis y atención hasta nuestros días, como es el caso de Nicolás Maquiavelo, lo que puede servirnos de una base importante para la indagación metateórica de autores actuales de la disciplina (Viroli, 2004 y 2009; Velazquez Delgadillo, 2006; Torres, 2013; Campi, 2021).

    La historia de las ideas y algunos aportes recientes como los de Reinhart Koselleck nos hacen un interesante llamado al carácter histórico de muchos de los conceptos que empleamos en las ciencias sociales; lo que nos puede llevar a anacronismos y falacias en la interpretación de los procesos. En los estudios disciplinare  tenemos que tener sumo cuidado para poder emplear conceptos como los de autonomización, institucionalización y profesionalización que hemos utilizado también en este artículo (Koselleck, 2012).

      También desde la historia del arte podemos rescatar elementos analíticos para profundizar en el estudio de los actores y su producción mediante la indagación iconológica y su contexto de producción. La minuciosidad de los estudios, a partir de la década del treinta del siglo pasado, merecen una especial atención para aquellos que pretendemos reconstruir la ciencia política (Panofsky, 1987, 2003, 2019; Argan, 1973, 1987, 1988, 1991)). De la misma manera que los trabajos sobre Maquiavelo constituyen un faro interesante, no nos alumbra menos el caso de Diego de Velázquez en las artes plásticas (Portús, 2018; Brown, 2020).

      Irme Lakatos desde la filosofía de la ciencia introduce dos conceptos fundamentales: 1) una “historia interna” para abordar las características del devenir de la propia comunidad científica y sus especificidades; como 2) una “historia externa” para referirnos a los condicionantes sociales, políticos, culturales y económicos de toda producción del conocimiento (Lakatos, 1993). Los estudios disciplinares necesitan tener en cuenta la interacción de estas dos dimensiones dado que se condicionan mutuamente.

 

 

 

 

 

 

6. Indicadores básicos del desarrollo disciplinar en la región

 

 

 

     En estas últimas décadas la ciencia política latinoamericana ha crecido de manera sostenida, aunque dispar. La existencia de países de tamaño, población y economías muy diferentes se hace evidente también dentro de la ciencia política. Por un lado, tenemos los estados más grandes como Argentina, Brasil y México. En ellos la disciplina se ha desarrollado exponencialmente, con las particularidades de cada caso.
     Otros países más pequeños también han tenido un crecimiento que vale la pena señalar, son los casos de Chile, Colombia y Uruguay, interesante este último caso porque presenta una ciencia política muy desarrollada siendo un pequeño país en sentido demográfico.

      A continuación, vamos a pasar revista brevemente a algunos de los indicadores básicos que sustentan nuestra afirmación.

 

 

6.1. La enseñanza de grado y posgrado

 

 

 

 

     México es el primer país en poseer una carrera de grado específica de ciencia política creada en 1951, seguido por la Argentina que la ha  tenido un año después. Hoy México presenta 90 carreras de ciencia política; la mayoría de ellas creadas en los últimos 10 años. En Argentina se encuentran 32 carreras de ciencia política y de relaciones internacionales; estando muy vinculadas estas dos disciplinas. Algunas de sus carreras han tenido una importancia temprana como en el caso de la Universidad del Salvador, creada en 1956 y que hacia finales de la década de los años sesenta tuvo una centralidad muy grande por la calidad y actualización de sus estudios.
      En el caso de Brasil la ciencia política fue ante todo un estudio de posgrado, iniciándose su primera maestría en Minas Gerais en el año 1966. En este país el posgrado ha sido central. Recién en la última década tenemos carreras de grado registrándose cinco carreras de grado de ciencia política y nueve de relaciones internacionales.        

     Colombia ha creado más de 20 carreras de grado en los últimos años y en Uruguay existen hoy en día dos carreras de grado de ciencia política y dos de relaciones internacionales; presentando un marcado desarrollo y relevancia dentro del contexto regional, en 2017 se realizó en ellas en Congreso de ALACIP.
      Durante los últimos quince años el desarrollo del posgrado de calidad ha sido central en la región, principalmente en países como Chile y México, dado que Brasil siempre ha tenido en el posgrado la solidez de la ciencia política.

 

 

 

6.2. Las asociaciones de ciencia política

 

 

 

 

     Posiblemente aquí tenemos el crecimiento más importante de la ciencia política en América Latina. La primera asociación se creó en la Argentina en el año 1957, La Asociación Argentina de Ciencia Política, la que rápidamente se incorporó a la IPSA, si bien era un grupo principalmente de abogados dedicados a la ciencia política. Ya a principios de los años ochenta se crea la actual asociación, la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP), la tercera asociación nacional más grande del mundo después de la norteamericana y la hindú. Hasta la fecha ha realizado quince congresos nacionales de carácter bienal.
     Brasil ha creado la Asociación Brasilera de Ciencia Política, con doce congresos hasta la fecha. México es el país con el mayor retraso en la organización de sus asociaciones, con dos diferentes, la Asociación Mexicana de Ciencia Política (AMECIP) y el Consejo Mexicano de Ciencia Política (COMICIP). La primera ha realizado cuatro congresos anuales.
     Chile posee la Asociación Chilena de Ciencia Política (ACCP) también con trece congresos. Colombia la Asociación Colombiana de Ciencia Política (ACCPOL) con cinco congresos y Uruguay la Asociación Uruguaya de Ciencia Política (AUCIP) con seis Congresos. El resto de los países también fueron creando sus asociaciones científicas.

    Otro elemento muy importante en la creación de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP), con una fuerte injerencia también de la ciencia política española, la que ha realizado hasta la fecha once congresos internacionales.

 

 

 

6.3. La producción disciplinar

 

 

      La producción de libros especializados y compilaciones ha sido un rasgo que ha caracterizado los últimos 20 años de ciencia política en América Latina. Pero lo más importante es el desarrollo de algunas de sus revistas científicas, algunas de ellas de carácter interdisciplinario y con un prestigio fuera de la región.       Las revistas más importantes son la Revista de Ciencia Política de la Universidad Católica de Chile; la Brazilian Political Science Review de la Asociación Brasilera de Ciencia Política, y las revistas Colombia Internacional, PostData, Revista Mexicana de Ciencias Política y Sociales, Revista Mexicana de Ciencia Política entre otras. Entre las revistas generales de ciencias sociales se destacan: Dados, Desarrollo Económico, Andamios, Civitas, Civilizar. Otras revistas que vale la pena mencionar son: Metapolítica, Revista SAAP, Studia Politicae, Gestión y Políticas Públicas, Temas y Debates (6) .

     Uno de los debates más importantes en lo que respecta a los estudios sobre historia y desarrollo de la ciencia política lo constituye la forma de evaluar las publicaciones periódicas y los criterios de adopción del denominado “referato”. Algunos politólogos expresan una total confianza en un supuesto “doble referato ciego”, que determinaría la calidad de las publicaciones a partir del juicio anónimo de los pares. Otros tratan de demostrar que este mecanismo esconde fuertes relaciones de poder subyacentes tendientes a esconder el predominio de visiones ligadas a lo que Gabriel ha llamado la “derecha dura” y se manifiestan a favor de un Mr. Perestroika que logre desenmascarar estos vínculos tal como ha sucedido en el país del norte hace ya algunos años. Posiblemente esta visión dicotómica sea extrema-damente reduccionista y de lo que debamos hablar, ante todo, es de la política editorial de las revistas científicas y de las instituciones que las promueven. La necesidad de contar con publicaciones periódicas de calidad es fundamental para el desarrollo disciplinar, el problema radica en cuáles son los criterios que se establecen para esto. Pensar que un arbitraje es “ciego” es caer en una visión inocente del campo, en el cual sus actores suelen conocerse e identificarse con ver un simple sistema de citas; en todo caso podremos contar con un árbitro “tuerto” y debamos pensar en su equidad y honestidad intelectual (7). Existen varios sistemas de clasificación y evaluación de las publicaciones periódicas y su impacto que intentan dar cuenta del panorama de las revistas, lo que no deja también de generar controversias, entre los más conocidos podemos mencionar a: Scopus, Latindex, SciELO, Redalyc, DOAJ, Publindex, RedIB, ROAD, AmeliCA, Dialnet, MIAR, Agora, entre otros.

      Uno de los temas que se desprende en relación a la función de promoción del conocimiento y la calidad de las publicaciones es la forma en que accedemos a ellas. El mundo científico-académico debate hoy en día estos criterios y la necesidad de contar con la gratuidad de las publicaciones científicas periódicas. Esto genera una enorme tensión con las editoriales y su afán de lucro, pero también con el costo efectivo de sostener una publicación científica. Cómo se financia una revista científica constituye uno de los ejes centrales de la política de ciencia y técnica. A esto debemos agregarle el avance del mundo digital y de promoción de la producción científica, un elemento central de su visibilización, impacto y reconocimiento. Los académicos y las instituciones cuentan con sistemas internacionales digitales para dar cuenta de sus trabajos y actividades. Podemos mencionar a modo de ejemplo algunas de estas plataformas como Academia.edu y ResearchGate. Los buscadores en la web son un elemento también importante para mantener una actualización constante como Google Académico. Hoy en día contamos con sistemas de identificación personalizados, una especie de “documento de identidad” universal para científicos como ORCID (Open Researcher and Contributor. ID – Identificador Abierto de Investigador y Colaborador).

      Por otro lado, y bajo la influencia de las ciencias naturales, se ha ido desechando la importancia del libro escrito en pos del artículo corto generando controversias en los sistemas de evaluación de la investigación científica, cuando en la tradición de las ciencias sociales latinoamericanas el libro y el propio ensayo han sido centrales. Todo esto revela la “tensión” que perdura en el campo disciplinar en América Latina y posiblemente parte de su riqueza de encuentre en esto. Pero es evidente que la forma en que se construye el prestigio y se otorgan recursos es uno de los temas centrales dentro de una disciplina que ha venido consolidándose.

 

 

 

6.4. El proceso de especialización

 

      

     La consolidación de la ciencia política también dio paso a la especialización dentro del campo. La necesidad de profundizar sobre determinados temas y problemas, la construcción de datos empíricos y los estudios comparados hicieron que el politólogo generalista de paso al experto en subáreas. Este fenómeno se ha registrado en todas las ciencias, siendo tomado como un elemento importante de su madurez y productividad. Podemos encontrar varias formas de clasificar estas áreas. El siguiente cuadro nos brinda una aproximación básica:

 

     Estas áreas de especialización suelen visualizarse en tres ejes relevantes. Uno de ellos es su ubicación en los diseños curriculares de las carreras de grado y la posibilidad de selección de orientaciones internas. Otro elemento relevante son los estudios de posgrado, principalmente de especializaciones y maestrías que suelen ser un ámbito de formación en la especialización. Por último, en los congresos tanto generales como específicos. Podemos observar este tipo de clasificación en las divisiones internas de los grandes eventos, como así también el desarrollo de actividades específicas.
      La especialización también nos presenta un punto de hibridación con otras disciplinas con la que se conforman y confluyen problemáticas. Por ejemplo, la opinión pública está fuertemente vinculada con la sociología y la comunicación política con la disciplina de la comunicación social. Hablar de administración y políticas públicas se vincula con la sociología de las organizaciones, el derecho administrativo y las ciencias de la administración. Las relaciones internacionales con la economía internacional y el derecho internacional público, además de la ya mencionada “autonomía disciplinar” que expresan un porcentaje elevado de sus cultores.
     Por lo tanto, el análisis de la especialización dentro de la ciencia política nos ofrece un terreno fértil para la incorporación del pensamiento complejo para dar cuenta de la dinámica existente de estas áreas y sus vinculaciones entre y fuera de la disciplina.

 

 

6.5. Las biografías intelectuales

 

     En lo que va del siglo XXI un elemento a destacar han sido la construcción de las biografías intelectuales de algunos destacados politólogos llevadas a cabo en artículos académicos y diferentes libros, mucho de ellos producto de diversos homenajes.

     La obra de Guillermo O´Donnell ha sido central para el desarrollo de la disciplina en la región, lo que valió un conjunto de publicaciones específicas sobre su legado. Aún en vida del académico se publica en 2009 el artículo “Comprendiendo al Estado: los aportes de O´Donnell a su reconceptualización en América Latina” en la Revista de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Palermo, año 2, número 2. Con posterioridad al fallecimiento del destacado politólogo varias publicaciones periódicas de la región aportaron dossiers sobre su legado entre las que podemos mencionar a: Espacios Políticos (2011), Studia Politicae (2012), Dados (2012), Temas y Debates. Revista Universitaria de ciencias sociales (2012) e IUS. Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Puebla (2018). Una de las síntesis más importantes de su legado se encuentra en el libro La Ciencia Política de Guillermo O´Donnell coordinado por Martín D´Alessandro y Gabriela Ippólito-O´Donnell publicado en 2015. La obra cuenta con 16 capítulos escritos por destacados especialistas que compartieron diferentes tramos académicos del politólogo, focalizados en el análisis de algunas de sus principales contribuciones.

     Durante 2015 Israel Covarrubias va a coordinar Figuras, historias y territorios. Cartógrafos contemporáneos de la indagación política en América Latina. En sus 11 apartados de trata de reconstruir los itinerarios intelectuales de los principales politólogos yo sociólogos políticos de la región. Ese mismo año Marta Fernández va a compilar Pensadores Sociales Contemporáneos, en donde serán analizados los aportes de los principales referentes de las ciencias sociales del último tercio del siglo XX.

      En Perspectivas. Revista de Ciencias Sociales, van a publicar en su volumen 3, número 6 de 2018 un dossier dedicado especialmente al aporte de Juan Carlos Puig, uno de los principales expertos en relaciones internacionales de la región. En el año 2022 harán lo mismo con otro de los referentes del campo Carlos Escudé, en el volumen 7, número 14.

      En 2019 Mariana Heredia, Sebastián Pereyra y Maristella Svampa van a coordinar José Nun y las ciencias sociales. Aportes que perduran con 16 capítulos escritos por colegas que han compartido diversos escenarios con Nun. El libro cuenta también con un pequeño epílogo rescatando un trabajo del propio experto y un listado completo de sus obras.

      Los aportes realizados por Luis Aguilar Villanueva van a quedar reflejados en el libro coordinado por David Gómez-Álvarez y Claudia Maldonado Trujillo titulado Repensando lo público: Estado, políticas públicas y gobernanza. Ensayos sobre la obra y trayectoria de Luis F. Aguilar Villanueva publicado en 2021. En esta obra colectiva escribieron 28 expertos en la temática para dar cuenta de una vasta trayectoria intelectual.

      Por su parte Gerardo Munck y Martín Tanaka van a editar en 2023 El Pensamiento Sociopolítico Latinoamericano. Ciencias Sociales e intelectuales en tiempos de cambiantes. Este trabajo cuenta con 10 entrevistas realizadas en momentos diferentes, a destacados sociólogos y politólogos de la región junto a los comentarios generales realizados por María Herminia Tavares de Almeida.

      Estos trabajos, centrados en las trayectorias intelectuales de algunos de los principales politólogos expresan un enfoque en los sujetos que dieron lugar a la construcción de la disciplina. Si bien son muy diferentes entre sí marcan una preocupación por la historia disciplinar.

 

 

7. Recapitulando

 

    En este pequeño y humilde trabajo hemos tratado de dar continuidad al primer balance que elaboramos en 2015 para la Revista de Ciencia Política. En esa oportunidad Diego Rosello nos convocó para dar cuenta de un itinerario que se venía desplegando con fuerza en la ciencia política latinoamericana. Tuvimos un interesante intercambio con los otros autores del dossier que permitió enriquecer mutuamente nuestros trabajos.

     Como hemos sostenido, los estudios disciplinares se han ido consolidando dentro de la región. Esto genera nuevas “tensiones” dentro de la disciplina y la forma en cómo se reconstruye el campo, vinculando a estos estudios con la epistemología, la historia de la ciencia y la sociología del conocimiento, algo que no estaba tan presente en los primeros trabajos sobre la temática realizados, salgo algunas contadas excepciones, en el pasado siglo y el comienzo del presente. Por esta razón, la riqueza que presentan estos problemas expresa un nuevo espacio de hibridación que posibilita la fertilidad no sólo del tipo de estudios específicos sino hacia otras latitudes de la disciplina.

    La reconstrucción histórica de la ciencia política debe entenderse como un proceso de despliegue de determinados atributos que van completando los elementos que hacen a una ciencia moderna dentro de una sociedad, tanto en los niveles nacionales, regionales e internacionales. Estos aspectos no son lineales y en cada experiencia concreta pueden asumir matices diferentes. Por esta razón querer establecer una fecha concreta o un acto fundador de la ciencia política carece de sentido. La comparación nos puede permitir un análisis interesante del aspecto diferenciador de la disciplina en geografías y momentos; de ahí la idea de una cartografía de texturas diversas y complejas. Por esta razón el título de nuestro artículo remite a la metáfora del “rompecabezas”.

    Pretender reconstruir la historia y desarrollo de la ciencia política requiere construir un diálogo fecundo con la teoría de la historia. No podemos tomar la dimensión temporal de nuestro abordaje como si se tratara de colocar una serie de personas y hechos en una inocente escala de tiempo. Posiblemente este sea uno de los puntos más débiles hasta la fecha de los estudios disciplinares dentro de la ciencia política.

    La problemática de la autonomía de la disciplina sigue siendo un aspecto central para definir a la ciencia política. También expresa la tensión entre los espacios que reclaman como propios las diversas ciencias sociales. Esto demuestra el carácter superpuesto de estas, algo que también sucede en otras disciplinas como la química, la física y la biología. Los criterios de demarcación son siempre arbitrarios, y obedecen más que nada a los intereses subyacentes de las comunidades científico-académicas que a cuestiones estrictamente ontológicas. Por otro lado, es en la “marginalidad creadora” donde se produce la innovación como un espacio interdisciplinario de fertilidad (Dogan y Pahre, 1993). Esto ha ocurrido siempre, lo que pasa es que la institucionalización de ciertos grupos de investigación y el desarrollo de las teorías los va transformando en ciencia normal; un ejemplo ha sido a comienzos del siglo XX la influencia del conductismo en la ciencia política norteamericana, ahí podemos ver que una teoría surgida en el campo de la psicología brindó un marco de desarrollo para una incipiente disciplina (Kuhn, 1987, 1989, 1990). El propio materialismo histórico elaborado por Marx y Engels se construyó articulando saberes y teorías muy diversas como la economía política escocesa, el socialismo francés y la filosofía alemana de Hegel (Giddens, 1992).

      Por esta razón, establecer el conjunto de fenómenos que conforman la ciencia política y las estrategias cognitivas para construir un conocimiento válido sobre éstos también tiene un carácter disciplinador dentro del campo, fundamental en el otorgamiento de todo tipo de recursos (humanos y financieros) y ante todo el reconocimiento intersubjetivo que significa el prestigio. Como bien han señalado ya en 1991 Alford y Friedland, sosteniendo que las teorías poseen poderes. Tenemos aquí un aspecto que vincula de manera estrecha el vínculo entre la disciplina y el objeto que pretende abordar. Los enfoques y perspectivas tienen una marcada influencia en los conocimientos que se utilización para tomar las propias decisiones política, aunque esto no sucede de manera lineal. De igual forma, las decisiones políticas condicionan varios aspectos de la vida académica, sin por eso convertirse en un mero apéndice de éstas. La política de ciencia y técnicas implementada por los países dan un contorno a la actividad científica promoviendo determinadas problemáticas, pero también en cierta medida sus estrategias teóricas y metodológicas. Los regímenes autoritarios y totalitarios han sido verdaderos gendarmes de las ciencias sociales, empequeñeciendo y limitando su capacidad de análisis y comprensión. La ciencia política es ante todo una disciplina fuertemente vinculada con la democracia. Aunque ha podido sobrevivir y hasta tener cierto crecimiento en algunos regímenes no democráticos, ahí podemos hablar de una ciencia política tutelada por el régimen político.

     Uno de los términos que más se ha escuchado dentro de la disciplina en la última década es mainstream para dar cuenta de las tendencias dominantes en el campo, principalmente influenciadas por los cultores de ciertas estrategias teóricometodológicas que prevalecen en los principales centros de los EE.UU. Se suele generalizar afirmando que aquellos cercanos al neoinstitucionalismo y las teorías de la acción racional y que a su vez suelen seguir estrategias metodológicas cuantitativas y generalizaciones matemáticas, conforman una especie de casta que concentra recursos y ejerce un dominio hegemónico en la disciplina. Lo más interesante es que los supuestos integrantes del selecto club niegan rotundamente esta situación de privilegio. Del otro lado se ubican los herederos del neomarxismo con aires de revolución mixturada con posmodernidad. En relación a visión se ha acuñado el término “posmoprogresismo posmoderno”. Esto nos invita a la reflexión sobre la conformación de los grupos de pertenencia dentro de un campo, su vinculación con los centros productores del conocimiento, las universidades y las propias asociaciones científicas. Uno de los fenómenos en donde más encontramos esta polarización son los denominados “nuevos populismos”. Gran parte de la comunidad académica se ha posicionado a favor o en contra de los regímenes que son adjetivados de esta forma; aunque no suelen admitirlo públicamente, resaltando el carácter “objetivo” de sus observaciones y análisis o proponiendo lo opuesto, una “disciplina militante”. Estas tensiones expresan otra faceta de la “política de la ciencia política” que es necesario dilucidar con cautela en donde la paleta de colores prevalece al blanco y negro. Nuestra ciencia política se asemeja más a un poliedro de múltiples caras que a una esfera uniforme (Almond, 1999; Bulcourf y Vázquez, 2004; Monroe, 2005).

    La clasificación secuencial que hemos propuesto debe tomarse como un simple esquema ordenador. No se trata de etapas cerradas que se suceden unas a otros. Realmente conviven expresándose también en los dossiers publicados más reciente. A pesar de los espacios compartidos en los diferentes eventos especializados y la amplia producción sobre la problemática en la región son varios los colegas que parecen desconocer lo que se ha producido. Sus trabajos no citan las obras de sus colegas perteneciendo muchas veces a un mismo país y frecuentando los mismos círculos. ¿Se trata de ignorancia, o es simplemente la intención de silenciar otras voces? ¿No estaremos frente a una sutil expresión de una forma de “política de la ciencia política”? Las redes actuales y la rapidez con la que circula el conocimiento permiten recopilar información prácticamente en tiempo real. Aquí también el gran desafío es establecer criterios adecuados de selectividad que no afecten la calidad de nuestros propios trabajos. Cada vez es más contundente la densidad que la producción de conocimiento en red.

    Un aspecto transversal que recorre la disciplina en los últimos años es la problemática de género, más allá de la tradición de los propios estudios sobre los movimientos feministas. ¿Es la ciencia política una disciplina machista y falocéntrica? ¿Por qué razón los estudios con perspectiva de género y sobre la problemática de las diversidades sexuales se han incorporado de manera tardía comparativamente  con otras ciencias sociales? (Butler, 2016; Ravecca, 2010b y 2019). En este sentido debemos destacar la creación de la Red de Politólogas # NoSinMujeres; integrada por 807 politólogas de 31 países interesadas por la disciplina en la región.

    La tensión entre una ciencia política universal y la particularidad de la disciplina en la región marca otra de las tensiones en el campo ¿Existe una ciencia política ante todo universal con criterios ampliamente compartidos también en América Latina? ¿O bien podemos hablar de una especificidad propia? Los desarrollos de concepciones diferentes a las corrientes tradicionales nos hablan de la necesidad de nuevos señalamientos a partir de los llamados estudios decoloniales o poscoloniales y ciertas epistemologías “del sur” que interpelan las propias bases del conocimiento occidental que plantean parte de estos horizontes (Ángel Baquero y Rico Noguera, 2013; Arriscado Nunes, 2014; Sousa Santos y Meneses, 2014).

    El Manifiesto de Popayán (2017) ha brindado un camino abierto y plural para estas indagaciones fomentando un espíritu crítico y reflexivo que se anime a interrogarnos sobre la propia “política” de la ciencia política con las particularidades que asume en la región y en un diálogo constante con la producción en otras latitudes.

    La investigación sobre la ciencia política, su historia, desarrollo y enseñanza requiere de una visión posempírica que articule nuevas tendencias y estrategias metodológicas que asuman esa actitud crítica y reflexiva en la que hemos insistido a lo largo de este artículo (Schuster, 2000). Debemos darnos cuenta de que somos sujetos que están indagando sobre sus propias prácticas, atravesadas por relaciones de poder, distribución de recursos, construcción del prestigio y también vinculadas con la propia política y toma de decisiones, tanto a nivel de los estados como de las instituciones de enseñanza y de investigación. Debemos asumir el carácter autoetnográfico que presentan la mayoría de los estudios disciplinares (Ravecca, 2019 y 2022; Ravecca y Dauphinee, 2021 y 2022) Por esta razón se requiere de aspectos éticos y deontológicos como así también de la denominada Epistemología del Sujeto Conocido reconociendo nuestras voces y la de las personas que son indagadas en nuestras investigaciones (Gialdino, 2019; Mallimaci, 2019).

    La publicación en 2023 The Fate of Political Scientists in Europe. de Giliberto Capano y Luca Verzichelli nos presenta un interesante modelo de abordaje para recorrer en la reconstrucción de la disciplina en la región y las orientaciones que se van perfilando en los últimos años.

    La situación generada por la pandemia de COVID-19 amplió exponencialmente la utilización de las plataformas virtuales para la realización de eventos y las actividades de docencia. La frecuencia de las reuniones utilizando estas plataformas está a la orden del día. Las redes académicas convocan a sus participantes al diálogo y participación en estos encuentros. Se toman decisiones y se investiga en estos nuevos espacios que han trastocado el concepto de cercanía; podemos trabajar sincrónicamente en lugares totalmente apartados del planeta. El empleo de la IA genera una enorme incertidumbre tanto en los sistemas de enseñanza y de evaluación como también en los criterios de establecer la autoría de un trabajo y por lo tanto la tasa de productividad e impacto académico, con consecuencias posteriores en la construcción del prestigio.

    Dentro del Grupo de Investigación sobre Historia de la Ciencia Política en América Latina de ALACIP se ha venido trabajando intensamente desde su creación en 2012. Si bien sus integrantes tienen posiciones muchas veces muy diferentes en como concebir la disciplina y las estrategias para su investigación ha prevalecido un clima de cooperación lo que se ha reflejado en varias de las publicaciones que hemos mencionado en este trabajo; de ahí una cita inicial del poema de Mario Benedetti.

    Los estudios disciplinares en la ciencia política de la región están atravesando por un momento de crecimiento expresado en la cantidad de dossiers publicados en la primera parte de 2024, aunque con artículos muy variados. En este mismo año se realizarán el XII de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política en la ciudad de Lisboa y seguidamente en Burgos el XVII Congreso de la Asociación Española de Ciencia Política de la Administración. En ambos eventos ya se han planificado varias actividades vinculadas a los estudios disciplinares. El desafío de reconstruir este complejo rompecabezas de la ciencia política en América Latina nos sigue invitando a transitar por un camino sinuoso y apasionante del que somos sus propios artífices. Como expresa Antonio Machado en su Extracto de Proverbios y Cantares (XXIX):

Caminante, son tus huellas/ el camino y nada más./ Caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar./ Al andar se hace el camino,/ y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar./ Caminante no hay camino/ sino estelas en la mar.

                                                                   

                                                                       Referencias 

 

Alarcón Olguín, V. (2011). La ciencia política en México: trayectorias y retos de su enseñanza. Torres y Asociados.

Alarcón Olguín, V. (2012). La Ciencia Política mexicana. Reflexiones sobre su pasado, presente y porvenir. Política. Revista de Ciencia                                             Política, 50 (1), 32-57.

Alford, R. y Firedland, R. (1991). Los poderes de la teoría. Manantial,

Almond, G. (1999). Una disciplina segmentada. Escuelas y corrientes en ciencia política. Fondo de Cultura Económica.

Altman, D. (2005). La institucionalización de la ciencia política en Chile y América Latina: una mirada desde el sur. Revista de Ciencia                                             Política5 (1), 3-15.

Altman, D. (2017). Enseñando y entrenando: ¿Dónde se genera conocimiento? Sobre la productividad e impacto de los departamentos de                                Ciencia Política en América Latina. En F. Freidenberg (Ed.). La Ciencia Política sobre América Latina: docencia e investigación                               en perspectiva comparada. FUNGLODE.

Anderson, P. (2012). Teoría, política e historia. Siglo XXI.

Argan, G. (1973). El concepto del espacio arquitectónico desde el barroco a nuestros días. Nueva Visión.

Argan, G. (1987). Renacimiento y Barroco I. De Giotto a Leonardo da Vinci. Akal.

Argan, G. (1988). Renacimiento y Barroco II. De Miguel Ángel a Tiépolo. Akal.

Argan, G. (1991). El arte moderno. Del iluminismo a los movimientos contemporáneos. Akal.

Arriscado Nunes, A. (2014). El rescate de la epistemología. En B. de Sousa Santos y M. Meneses (Eds.). Epistemologías del Sur                                                     (perspectivas). Akal.

Bachelard, G. (1989). Epistemología. Anagrama.

Bachelard, G. (2000). La formación del espíritu científico. Siglo XXI.

Balcells, J. y Padró-Solanet, A. (2016). El estudio científico de la política. En M. Barreda y L. Ruiz Rodríguez (Coord.). Análisis de la política.                                Enfoques y herramientas de la ciencia política. Huygens.

Baquero, S. y Rico Noguera, J. (2013). Trazos para una decolonización de la teoría política. Critica Contemporánea. Revista de Teoría Política,                            (3), 1-20.

Barreda, M. y Ruiz Rodríguez, L. (2016). El análisis de la política. Enfoques y herramientas de la ciencia política. En M. Barreda y L. Ruiz                                     Rodríguez (Coord.). Análisis de la política. Enfoques y herramientas de la ciencia política. Huygens.

Blanco, A. (2006). Razón y Modernidad. Gino Germani y la sociología en la Argentina. Siglo XXI.

Barrientos del Monte, F. (2014). Buscando una identidad. Breve historia de la Ciencia Política en América Latina. Fontamera-UG.

Berlin, I. (1992). La Contrailustración. Fondo de Cultura Económica.

Bloch, M. (1982). Introducción a la Historia. Fondo de Cultura Económica.

Bobbio, N. (2008). Ciencia Política. En N. Bobbio, N. Matteucci, G. Pasquino (Dir.). Diccionario de política. Siglo XXI.

Bobbio, N. (2008). Política. En N. Bobbio, N. Matteucci, G. Pasquino (Dir.). Diccionario de política. Siglo XXI.

Bokser, J. (1997) (Ed.). Estado Actual de la Ciencia Política. UAM – Instituto Federal Electoral – Colegio Nacional de Ciencias Políticas y                                           Administración Pública, México.

Bourdieu, P. (2003). Campo de poder, campo intelectual. Cuadrata.

Bourdieu, P. (2008). Homo academicus. Siglo XXI.

Braudel, F. (1984). La Historia y las ciencias sociales. Alianza.

Brown, J. (2020). No solo Velázquez. Cátedra.

Bulcourf, P. (2012). El desarrollo de la ciencia política en la Argentina, Política. Revista de Ciencia Política, 50 (1), 123-150.

Bulcourf, P. (2007). Las nieves del tiempo platearon mi sien: reflexiones sobre la historia de la ciencia política en la Argentina. Sociedad                                        Global, 1 (1), 7-35.

Bulcourf, P. (2008a). Algunas reflexiones sobre la enseñanza de la ciencia política en la Argentina. PostData, (13), 225-242.

Bulcourf, P. (2008b). Almorzando con Gino: Germani y la política en la Argentina. Revista Argentina de Ciencia Política, (10/11), 171-188.

Bulcourf, P. (2021a). Las texturas de lo político: construyendo una cartografía compleja de la historia de la ciencia política en América                                           Latina. Complejidad, (39), 12-52.

Bulcourf, P. (2021b). Algunas reflexiones sobre la investigación científica y sus desafíos. Documentos de Investigación. 1. Universidad de                                   San Isidro.

Bulcourf, P. (2023). Policy analysis in private research centers: The Center of de Study of State and Society and its production on state and                                    public policies in Argentina. En Cardozo, N. y Bulcourf, P. (Eds.). Policy Analysis in Argentina. Policy Press.

Bulcourf, P. y D´Alessandro, M. (2003). La ciencia política en la Argentina. En J. Pinto (Comp.). Introducción a la ciencia política. Eudeba.

Bulcourf, P. y Vázquez, J. C. (2004). La ciencia política como profesión. PostData, (10), 255-304.

Bulcourf, P. y Cardozo, N. (2017). La Ciencia Política en América Latina: un análisis comparado de su desarrollo. En F. Freidenberg (Ed.). La                                   Ciencia Política sobre América Latina: docencia e investigación en perspectiva comparada. FUNGLODE.

Bulcourf, P. y Cardozo, N. (2020). La pandemia del COVID-19: pensar al Estado en un marco de incertidumbre y complejidad.                                                              Metapolítica, (109), 44-55.

Bulcourf, P. Gutiérrez Márquez, E. y Cardozo, N. (2014). El desarrollo de la ciencia política en Argentina, Brasil y México: construyendo una                                      mirada comparada. Anuario Latinoamericano-Ciencia Política y Relaciones Internacionales, (1) 155-184.

Bulcourf, P., Gutiérrez Márquez, E. y Cardozo, N. (2015). Historia y desarrollo de la ciencia política en América Latina: reflexiones sobre la                                        constitución del campo de estudios. Revista de Ciencia Política, 35 (1), 179-199.

Bulcourf, P., Krzywicka, K. y Ravecca, P. (2017). Reconstruyendo la ciencia política en América Latina. Anuario Latinoamericano. Ciencia                                            Política y Relaciones Internacionales, (5), 17-31.

Butler, J. (2016). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Paidós.

Campi, A. (2021). Maquiavelo y las conjuras políticas. La lucha por el poder en la Italia del Renacimiento. Prometeo.

Capano, G. y Verzichelli, L. (2023). The Fate of Political Scientists in Europe. From Myth to Action. Palgrave Macmillan.

Covarrubias, I. (2015). (Comp.). Figuras, historias y territorios. Cartógrafos contemporáneos de la indagación política en América Latina.                                              Publicaciones Cruz O.

D´Alessandro, M. e Ippolito-O´Donnell, G. (2015). (Coords.). La Ciencia Política de Guillermo O´Donnell. Eudeba.

Del Percio, E. (2000). Tiempos Modernos. Altamira.

Dogan, M. (2001). La ciencia política y las otras ciencias sociales. En R. Goodin y H. Klingemann (Eds.). Nuevo Manual de Ciencia Política.                                       Istmo.

Dogan, M. y Pahre, R. (1993). Las nuevas ciencias sociales. La marginalidad creadora. Grijalbo.

Eston, D., Gunnel, J. y Graziano, L. (Eds.). (1991). The Development of Political Science. A comparative Surrey. Routledge.

Favre, P. (1981). La science politique en France depuis 1945. Revue internationale de science politique, 2 (1), 95-12.

Favre, P. (2007). La question de l’objet de la science politique, a-t-elle un sens ? En Favre, O. Fillieulle y F. Jobard (Eds.). L’atelier du politiste:                                     théories, actions, représentations. La Découverte.

Feres Jr. J. (2000). Aprendendo dos erros dos outros: O que a história da ciência política americana tem pra nos contar. Revista Sociologia                                       Política, (15), 97- 110

Feierstein, D. (2021). Pandemia. Un balance social y político de la crisis del COVID- Fondo de Cultura Económica.

Fernández Ramil, M. y Grebe Ramírez, C. (2010). Ciencia política e historia disciplinar: modelo para armar. Politeia, 22 (44), 1-30.

Foucault, M. (1968). Las palabras y las cosas. Siglo XXI.

Foucault, M. (1980). Microfísica del poder. Ediciones de la Piqueta.

Foucault, M. (2002). La Arqueología del saber. Siglo XXI.

García Selgas, F. (1994). Teoría social y metateoría hoy. El caso de Anthony Giddens. Siglo XXI / Centro de Investigaciones Sociológicas.

Germani, G. (1962). La sociología científica. Apuntes para su fundamentación. Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM.

Germani, G. (1968) La sociología en la Argentina. Revista Latinoamericana de Sociología, (IV) 3, 385- 419.

Gialdino, M. (2019). La ética como fundamento de una epistemología para las ciencias sociales, en I. Vasilachis de Gialdino,                                                                   (Coord.). Estrategias de Investigación Cualitativas II. Gedisa.

Giddens A. (1987). Las nuevas reglas del método sociológico. Amorrortu.

Giddens, A. (1992). El capitalismo y la moderna teoría social. Labor.

Gómez – Álvarez, D. y Moldonado Trujillo, C. (2021). (Coords.). Repensando lo público: Estado, políticas públicas y gobernanza. Ensayos sobre                                        la obra y trayectoria de Luis F. Aguilar Villanueva. Siglo XXI.

Goodin, R. y Klingemann, H-D. (Eds.). (2001). Nuevo Manual de Ciencia Política. Istmo.

Gunnell, J. (2006). The Founding of the American Political Science Association: Discipline, Profession, Political Theory, and                                                                      Politics. American Political Science Review, 100 (4). 479-483.

Gutiérrez Márquez, E. (2011). Desarrollo Histórico – Institucional de la Ciencia Política Académica en la Facultad de Ciencias Políticas y                                                Sociales de la UNAM: Del campo de conocimiento al campo de las interacciones sociales. [Tesis de doctorado,                                                        Universidad  Nacional Autónoma de México]

Heredia, M., Pereyra, S. y Svampa, M. (2019). (Coords.). José Nun y las ciencias sociales. Aportes que perduran. Biblos.

Huizinga, J. (1980). El concepto de la historia y otros ensayos. Fondo de Cultura Económica. Iggers, G. (2012). La historiografía del siglo XX.                                     Desde la objetividad científica al desafío posmoderno. Fondo de Cultura Económica.

Koselleck, R. (2012). Historias de conceptos. Estudios sobre semántica y pragmática del lenguaje político y social. Trotta.

Kuhn, T. (1987). La tensión esencial. Fondo de Cultura Económica.

Kuhn, T. (1989). ¿Qué son las revoluciones científicas? Y otros ensayos. Paidós.

Kuhn, T. (1990). La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica.

Lakatos, I. (1993). La metodología de los programas de investigación. Alianza.

Latour, B. (2001). La esperanza de Pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia. Gedisa.

Latour, (2008). Re-ensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actor-red. Manantial.

Lesgart, C. (2003). Usos de la transición a la democracia. Ensayo, ciencia y política en la década del 80. Homo Sapiens.

Lesgart, C. (2008). Ciencia política en Argentina: trazos históricos e historiográficos en perspectiva comparada. Revista Legislativa de                                                Ciencias Sociales y Opinión Pública, 1 (1), 227-268.

Lessa, R. (2010). O campo da ciência política no Brasil: una aproximação construtivista. En C. B. Martins (Coord.). Horizontes das ciências                                        sociais no Brasil. ANPOCS.

Luhmann, N. (1998). Complejidad y modernidad: de la unidad a la diferencia. Trotta. Machado Madeira, R., Codato, A. y Bulcourf, P. (2018).                                           História, desenvolvimento e ensino da Ciência Política no Brasil e na América Latina. Civitas, 19 (3), 489- 503.

Mallimaci, F. (2019). Epílogo. Investigaciones cualitativas. La relación entre personas y pueblos que se conocen y personas que investigan:                               la epistemología del sujeto conocido. En I. Vasilachis de Gialdino (Coord.). Estrategias de Investigación Cualitativas II. Gedisa.

Manifiesto de Popayán. (2017). Anuario Latinoamericano. Ciencia Política y Relaciones Internacionales, (5), 231-233.

Monroe, K. (2005). (Ed.). Perestroika!:The Raucous Rebellion in Political Science. Yale University Press.

Morin, E. (1984). Ciencia con conciencia. Anthropos.

Morin, E. (2003). El método. La humanidad de la humanidad. La identidad humana. Cátedra.

Morin, E. (2009). Para una política de la civilización. Paidós.

Munck, G. y Tanaka, M. (2023). (Eds.). El Pensamiento Sociopolítico Latinoamericano. Ciencias Sociales e intelectuales en tiempos de                                            cambiantes. Prometeo.

Nun, J. (1965). Notas sobre a Ciencia Política na América Latina. Revista Brasileira

Nun, J. (1965). Notas sobre a Ciencia Política na América Latina. Revista Brasileira de Estudos Políticos, (19), 127-172.

Nun, J. (1966). Los paradigmas de la ciencia política: un intento de conceptualización. Revista Latinoamericana de Sociología, 66 (1) 67-96.

Olivé, L. (1985). Estado, legitimación y crisis. Siglo XXI.

Orozco, J. L. (1978). La pequeña ciencia. Una crítica de la ciencia política norteamericana. Fondo de Cultura Económica.

Oszlak, O. (2020) El Estado en la era exponencial. INAP-CLAD-CEDES.

Panofsky, E. (1987). El significado en las artes visuales. Madrid, Alianza.

Panofsky, E. (2003). La perspectiva como forma simbólica. Fabula-Tusquets.

Panofsky, E. (2019). Renacimiento y Renacimientos en el arte occidental. Madrid, Alianza.

Pereyra, D. (2007). Cincuenta Años de la Carrera de Sociología de la UBA. Algunas notas contra- celebratorias para repensar la historia de la                                  sociología en Argentina. Revista Argentina de Sociología (9), 153-159.

Pereyra, D. (2010a). Dilemmas, challenges and uncertain boundaries of Argentinean Sociology. En P. Sujata (Ed.). International Handbook of                                 Diverse Sociological Traditions, Sage.

Pereyra, D. (2010b). Los científicos sociales como empresarios académicos. El caso de Gino Germani. En D. Pereyra, (Comp.). El desarrollo                                  de las ciencias sociales. Tradiciones, actores e instituciones en Argentina, Chile, México y Centroamérica. Serie Cuadernos                                 de Ciencias Sociales (153), FLACSO.

Portús, J. (2018) Velázquez. Su mundo y el nuestro. Centro de Estudios Europa Hispánica.

Poviña, A. (1941). Historia de la sociología en Latinoamérica. Fondo de Cultura Económica.

Ravecca, P. (2010a). La política de la ciencia política: Ensayo de introspección disciplinar. Desde América Latina Hoy. Revista América                                              Latina.  Revista de Doctorado en Procesos Sociales y Políticos en América Latina, (9), (173-210).

Ravecca, P. (2010b). Marxismo, estudios poscoloniales y teoría queer hoy: economías de la violencia conceptual y horizontes más allá del                                   apartheid. Una reflexión epistemológico-política. [Ponencia III Seminario Académico de Género y Diversidad Sexual del                                           Uruguay].

Ravecca, P. (2014). La política de la ciencia política en Chile y Uruguay: Ciencia, Poder y Contexto. Hallazgos desde una agenda de                                                     investigación. Documento de Trabajo, Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, (1).

Ravecca, P. (2015). Our Discipline and its Politics. Authoritarian Political Science: Chile 1979-1989. Revista de Ciencia Política, 35 (1), 145                                           178.

Ravecca, P. (2019). The Politics of Political Science. Re- writing latin American experiences. Routledge.

Ravecca, P. (2022). Investigar: de la fortaleza a la intimidad. Critica Contemporánea: revista de Teoría Política, (11), 7-48.

Ravecca, P. y Dauphinee, E. (2021). Posibilidades y riesgos de la narrativa en relaciones internacionales y ciencia política. Estudios Políticos,                                    (61), 231- 255.

Ravecca P. y Dauphinee E. (2022). What is Left for Critique? On the Perils of Innocence in Neoliberal Times. Las Torres de Lucca.                                                          International  Journal of Political Philosophy, 35 (2), 357-370.

Red de Politólogas # NoSinMujeres En: https://www.nosinmujeres.com

Reis, E. (2002). Situando a sociologia política. Entrevista em Política e Sociedade. Revista de Sociologia Política, 1 (1), 11-35.

Reis, F. W. (1999). Institucionalização política (comentário crìtico). En S. Miceli (org.) O que ler na ciência social brasileira 1970-1995).                                                   Ciencia  Política (III). Sumaré/ANPOCS.

Ritzer, G. (2001). Teoría sociológica moderna. McGrow Hill.

Roger Ciurana, E. (1997). Edgar Morin. Introducción al pensamiento complejo. Universidad de Valladolid.

Schuster, F. (2000). Teoría y método de la ciencia política en el contexto de la filosofía de las ciencias posempíricas. POSTData, (6), 11-36.

Skinner, Q. (1985). Los fundamentos del pensamiento político moderno. I. El renacimiento. Fondo de Cultura Económica.

Sousa Santos de, B. y Meneses, M. (2014). Introducción. En B. de Sousa Santos, Meneses (Eds.). Epistemologías del Sur (perspectivas). Akal.

Torres, S, (2013). Vida y tiempo de la república. Contingencia y conflicto político en Maquiavelo. Universidad Nacional de General Sarmiento.

Torres-Ruiz, A. y Ravecca, P. (2014). The Politics of Political Science and Toxic Democracies: A Hemispheric Perspective. Crítica                                                                  Contemporánea. Revista de Teoría Política, (4), 107-136.

Trinidade, H. (2003). Introducción. En H. Trinidade (Coord.). Las ciencias sociales en América Latina. Siglo XXI.

Trent, J. (abril-mayo, 2008). Issues and Trends in Political Science at the Beginning st of the 21 Century: Preliminary Perspectives from the                                                   World Political Science Book Series. [Ponencia]. International Political Science Association Conference – International                                             Political Science: New Theoretical and Regional Perspectives.

Valles, J. (2020). ¿Para qué servimos los politólogos? Cátedra.

Valles, J. y Martí i Puig, S. (2015). Ciencia Política. Un Manual, Ariel.

Velázquez Delgadillo, J. (2006). Bajo el signo de Circe. Ensayos sobre el humanismo cívico del Renacimiento italiano e imaginario político de                                                Nicolás Maquiavelo. Ediciones del signo.

Vilar, P. (2001). Pensar la Historia. Instituto Mora.

Viroli, M. (2004). Nicolás Maquiavelo. La sonrisa de Maquiavelo. Folios.

Viroli, M. (2009). De la política a la razón de Estado. Una adquisición y transformación del lenguaje político (1250-1600). Akal.

Wagley, C. (1964). (Ed.). Social Science Research on Latin America. Columbia University Press.

Wolin, S. (1995). Política y perspectiva. Amorrortu.

Wright Mills, Ch. (1985). La imaginación sociológica. Fondo de Cultura Económica.

Zabludovsky, G. (1995). Metateoría y sociología: el debate contemporáneo. Sociedad, (7), 113-131.

Zamitiz Gamboa, H. (1990). El proceso de profesionalización de la Ciencia Política. Estudios Política, (3), 145-151.

Zamitiz Gamboa, H. (1999). Origen y desarrollo de la ciencia política: temas y problemas. Convergencia, (20), 85-117.

Zamitiz Gamboa, E., Maggi, R. y Cansino, C. (1986). (Comps.). La Ciencia Política en México, estado actual y perspectiva. UNAM.

Zeitlin, Y. (1982). Ideología y teoría sociológica. Amorrortu.

4. La sociología latinoamericana ya había comenzado a reflexionar sobre su historia a comienzos de la década de los cuarenta del siglo XX con libros como Historia de la sociología en Latinoamérica de Alfredo Poviña y posteriormente, de la mano de Gino Germani La sociología científica. Apuntes para su fundamentación, de 1962. Estos trabajos fueron descripciones básicas hasta llegar al último aporte de Germani que mencionamos donde se evidencia una capacidad analítica y reflexiva mucho más elaborada (Poviña, 1941; Germani, 1962; Pereyra, 2007, 2010a y b).
5. Un ejemplo de lo mencionado fue la tesis doctoral de Enrique Gutiérrez Márquez que señalaremos más adelante; originariamente no fue aceptada en el área de ciencia política sino que tuvo que desarrollarse en la de sociología. En ese momento los politólogos de la UNAM sostenían que reconstruir la historia de la propia disciplina no era un problema a ser abordado (Gutiérrez Márquez, 2011).
6. Estas menciones son a modo de ejemplo, dada la enorme cantidad de revistas existentes en la región vinculadas a la ciencia política. Siguiendo esto, en un relevamiento reciente e inédito que realizamos hemos detectado 76 publicaciones periódicas de la temática de administración y políticas públicas en el espacio Iberoamericano.
7. A esta discusión debemos incorporarle la existencia de las llamadas “revistas depredadoras” que publican trabajos pagos sin ser debidamente evaluados por algún sistema. De esta forma un autor aparece simplemente porque ha puesto dinero sin importar lo que publica y su calidad.

Revista Desafíos del Desarrollo
ISSN 2796-9967